Historia del Sumo

 

 

El Sumo es sin duda ninguna el deporte tradicional de Japón. Más de 2000 años han transcurrido desde que se conoce su existencia y en todo este tiempo ha pasado por diferentes etapas de mayor o menor importancia en la sociedad japonesa hasta llegar a los tiempos actuales en los que ha llegado a gozar de una gran popularidad gracias a su adaptación a los nuevos tiempos combinado con el mantenimiento de los antiguos rituales. Sin embargo y a pesar de los cambios efectuados principalmente en este pasado siglo la lucha nipona proviene directamente de aquellos primeros combates a muerte de los que nos hablan las antiguas crónicas, y es que todo lo que acompaña al Sumo se pierde en las más ancestrales tradiciones niponas.

El Sumo en sus inicios, tendía a ser violento, sin presas prohibidas, una verdadera lucha hasta el final. El Nihon Shoki (crónicas de Japón), de 720, tiene grabado que el primer combate entre humildes mortales tuvo lugar en el año 23 A.C. Se dice que el Emperador Suinin (29 A.C.-70 D.C.) hizo una especial petición a Nomi no Sukune, un alfarero de Izumo, para que luchara contra Taima no Kehaya, un matón de la actual Nara. Los dos lucharon durante unos instantes hasta que Sukune finalmente lanzó varios devastadores golpes sobre el estómago y el plexo solar de Kehaya, que quedó mortalmente herido. Desde entonces Sukune ha sido inmortalizado como “El padre del sumo”.

En 642, la Emperatriz Kogyoku (r. 642-645) hizo que sus guardias de palacio practicaran sumo para entretener a los enviados de la Corte de Paekche de Corea, teniendo lugar allí, el primer combate de Sumo del que se tenga registro. Notas posteriores mencionan como el sumo era practicado en las funciones de la Corte imperial, incluyendo las ceremonias de coronación. La costumbre del “tenran-zumo” (Sumo en presencia imperial) se mantiene aún en el presente, aunque de forma diferente.

Durante el reinado del Emperador Shomu (r. 724-749), muchos luchadores (sumotori) fueron reclutados de todas partes del país para practicarlo en el jardín del Palacio Imperial en una festividad llamada “sechie” y que se celebra cada año en el 7º día del 7º mes lunar (cada Agosto por el calendario actual). A la vez la gente culta se podía reunir también en el Palacio para mostrar sus habilidades escribiendo poesía. Con el establecimiento del “sechie-zumo”, el sumo se expandió desde un ritual agrario hasta una larga escala de ritos para rezar por la paz nacional y la prosperidad de la sociedad japonesa.

Al final del siglo VIII, el Emperador Kanmu (r. 781-806) hizo del sechie-zumo un acontecimiento anual en su corte, costumbre que se perpetuó hasta el Periodo Heian (794-1185). Durante el reinado del Emperador Saga (r. 809-823) la práctica del sumo fue fomentada como un arte marcial, estableciéndose reglas y refinándose las técnicas. Oda Nobunaga (1534-82), gran señor feudal, era particularmente aficionado al sumo. En febrero de 1578 reunió a cerca de 1.500 sumotori de todo el país para realizar un torneo en su castillo. Hasta entonces no había límites definitivos en la arena en donde el sumo se practicaba, y el espacio era delimitado simplemente por la gente que les rodeaba formando un círculo mientras miraban el combate o esperaban su propio turno para luchar. Según se dice, a consecuencia de la gran cantidad de luchas que habían de celebrarse en el mismo día en el castillo de Nobunaga, se pintaron unos límites circulares en el suelo para acelerar los combates.

Hasta el inicio del Periodo Edo (1603-1867), muchos daimyo empezaron a patrocinar a los sumotori más fuertes. Estos no sólo recibían un generoso estipendio sino que recibían el status de samurái. También llevaban puestos ceremoniosos delantales labrados con el nombre de su señor feudal. Como el patronaje garantizaba una buena vida, muchos prometedores rikishi o sumotori rivalizaban con otros en el ring para conseguir que un daimyo les echara el ojo. Las clasificaciones ponían el nombre del feudo al cual servían en vez de su lugar de nacimiento, algo que algunas veces se sigue haciendo en la actualidad cuando se anota la prefectura del registro familiar en vez del lugar de nacimiento. Durante el Periodo Edo se inició el sistema de clasificaciones.

Con el fin de este sistema y de la era Tokugawa, los luchadores comenzaron a construir sus propias viviendas colectivas en las ciudades, las actuales heyas. Al tipo de sumo que se realizaba para conseguir fondos para su construcción se le empezó a llamar “kanjin-zumo“, lo que en principio venía a decir que los combates se realizaban para recolectar donaciones para la construcción o reparación de altares, templos, puentes y otras obras públicas. Pero lo cierto es que parte del dinero también se usaba para pagar a los rikishi, muchos de los cuales eran ronin o samuráis sin ocupación tras las reformas realizadas en todo el país durante la era Meiji. A la hora de la verdad, el dinero recogido se usaba principalmente como salario para los sumotori.

La actual Asociación Japonesa de Sumo (constituida en 1927) es el resultante de la unión de las dos asociaciones más fuertes existentes en la época, la de Osaka (que ya anteriormente se había fusionado con la de Kioto) y la de Tokio. Esta asociación es la encargada de preservar las antiguas tradiciones hasta los tiempos modernos. Como ejemplo de ello tenemos el tejado suspendido sobre el dohyō (con forma de un antiguo templo divino) o la vestimenta del árbitro, que simboliza al traje de caza de un guerrero japonés del pasado.

La popularidad del sumo ha crecido tanto en los últimos años que ha traspasado las fronteras japonesas, y muchos luchadores de las islas Hawai, Mongolia, Brasil, Argentina y de diferentes países del Este de Europa fueron llegando de forma más o menos progresiva a Japón para incorporarse a las diferentes heyas, lo que ha hecho que el deporte haya ganado en interés. En 1972 el hawaiano Takamiyama se convertía en el primer extranjero en conseguir alzar la Copa del Emperador (trofeo al ganador de la máxima división), en 1987 Konishiki (también hawaiano) se convertía en el primer Ozeki de la historia, y finalmente en 1993 el también hawaiano Akebono alcanzaba el título de Yokozuna, el grado más alto en el mundo del sumo, siendo de esta forma el primer no japonés en conseguirlo en toda la larga historia de este deporte. Desde entonces, otros tres extranjeros, Musashimaru (Hawai), Asashoryu (Mongolia) y Hakuho (Mongolia) han conseguido llegar a lo más alto del sumo, siendo este último el único Yokozuna existente en la actualidad.